jueves, 26 de febrero de 2009

La tradición rural que innova


Desde su misma aparición, el ser humano no ha tenido más remedio que ser creativo e innovador para adaptarse al entorno y progresar. Estas capacidades son parte del legado evolutivo: primero creatividad, una idea única, nueva, pero para ser innovación deberá ser llevada a la práctica; la semilla debe ser plantada y favorecida por condiciones adecuadas para ser útil frente al problema o aprovechar la oportunidad que estimuló la creación.

La superación de retos y oportunidades impuestos por la naturaleza a la humanidad tiene mucho que ver con estos procesos; pero también con la reacción ante necesidades menos materiales inherentes a la condición humana y a su evolución como especie, necesidades que no se limitan a lo tangible y práctico, sino que alcanzan lo abstracto y metafísico. La misma creación es también así “útil”.

Creatividad e innovación precisan de ‘tradición’, un concepto que integra tanto saberes concretos como conceptos y referencias abstractas, algo que unas generaciones heredan de las anteriores, renuevan y legan a las siguientes por considerarlo valioso. Adaptativo, dinámico, crítico. Así imaginamos el saber campesino, el saber rural, que lejos de oponerse, va integrando lo nuevo. De ese modo fue hasta la época moderna, la del desprestigio de una forma de vida que está en el origen de las demás. La época que intentó robarle el valor y el alma y negarle el futuro a la vida de campo, a la existencia de quien vive pegado a la tierra. Tiempo de decadencia y éxodo incontenible para las zonas rurales, en las que el bloqueo social redujo a la marginación a sus habitantes, más allá de que decidieran -o no tuvieran más remedio que- seguir unidas al terruño. Tal decadencia supuso un freno a la innovación en esos territorios socialmente descapitalizados.

Afortunadamente, hace años, voces de fuera y de dentro comenzaron a ver el campo y sus formas de vida como una fuente de recursos y valores para la sociedad en su conjunto. Frente a los innegables problemas que amenazan la pervivencia de un mundo rural dinámico y creador, existen apuestas por su futuro desde muchos ámbitos, sobre todo desde sus propias gentes.

2009 es el Año Europeo de la Creatividad y la Innovación. Una iniciativa especialmente oportuna en el contexto actual, cuando la respuesta a la crisis exige grandes dosis de creatividad e innovación. Conceptos que no deben ser contemplados desde el reduccionismo tecnológico como único paradigma válido.

En este Año Europeo de la Creatividad y la Innovación es obligado reivindicar el valor único de la tradición rural que crea, que innova, que suma y transforma unida en contacto con la realidad, que conserva lo mejor del pasado y crece mirando hacia el futuro.

Raquel Moreno
Europe Direct Andalucía Rural

1 comentario:

  1. A mi me gustaría que se entendiera la innovación, no sólo como artefactos tecnológicos sorprendentes, sino como novedades que producen cambios positivos en las formas de vida. Desde ese punto de vista el medio rural tradicional ha sido generalmente más innovador que las grandes ciudades, en las que los inventos e innovaciones han sido más a menudo dañinas para sus habitantes. Una buena parte de los inventos urbanos han revertido en un aumento de las prisas y la sensación de urgencia de sus ciudadanos, y no en una mayor satisfacción vital. Por favor, impidamos que nuestros pueblos se contagien demasiado de ese virus "innovador"

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